Empleos del futuro – 13

Hoy, en Empleos del Futuro os presentamos al

Observador de arte

En los tiempos que corren, con todas las nuevas formas de hacer arte y todas esas obras de arte vanguardistas que podrían formar parte de un guiso en condiciones normales, es normal preguntarse qué es arte y qué no lo es. Para hacer este proceso más fácil surgió la figura del observador de arte.

El observador de arte, a pesar de lo que pueda parecer, no es una persona que determina qué es arte y qué deja de serlo. Nada más lejos. En realidad son personas pagadas por artistas para que contemplen con cara de sorpresa y admiración sus obras de forma que otras personas comprendan por la reacción que están observando arte y se unan a ellos.

Contrario a lo que su nombre pueda indicar, los observadores de arte no solo se centran en mirar cuadros y otros tipos de artes plásticas. Dependiendo del tipo de artista que los haya contratado también pueden quedarse mirando con esperanza un cartel de una película impreso en una servilleta, hablar con otros compañeros de oficio sobre un poema que en realidad es solo la palabra «escribir» escrita con v en lugar de b y con la mano izquierda y evitar que el ayuntamiento se lleve al vertedero una escultura hecha con los desechos de una obra.

Sin embargo, contrario a lo que pueda parecer, su trabajo no es nada fácil. Al contrario, este oficio requiere una adecuación al contexto que muchos de sus practicantes no tienen, porque no puedes ir vestido igual cuando dices a un camarero que los platos son un instrumento musical porque el sonido que hacen al estamparse contra el suelo es música que cuando dices a un conductor de autobús que un zurullo en una autopista es la más bella forma de arte. Si sumamos todo esto a la idea que pueden tener los artistas vanguardistas que los contratan de la clase de personas que podrían llegar a defender su obra, no debería ser sorpresa el hecho de que no se los suela tomar demasiado en serio.

Sin embargo algunos observadores de arte se esfuerzan verdaderamente en hacer su papel convincente. Una buena parte de ellos se pintan canas y se hacen pasar por el estereotípico anciano sabio para que se tenga en cuenta su opinión, aunque esto tiene muchas veces el efecto contrario. Especialmente cuando los que intentan esta estratagema son ancianos de verdad.

Sea como sea, consideramos que esta profesión tiene un brillante porvenir y no descartamos la idea de depender de sus servicios en el futuro.

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