Cómo saber si tus hijos están llenos de serpientes

Serpientes. A todos nos gusta admirarlas, ponerlas en tatuajes y cosas así, y hacer alegorías con ellas; pero cuando se meten en nuestros hijos hay que hacer algo con ellas. Esto es algo que nadie te dice cuando vas a ser madre y para lo que nadie te prepara, pero todos deberíamos tener en mente la posibilidad de que nuestros hijos se conviertan de la noche a la mañana en bolsas de serpientes con patas.

Lo más importante es darse cuenta de que, aunque hay factores que incrementan el riesgo de que tu hijo pille serpientes, el riesgo es real para todas las criaturas. Incluso un bebé recién nacido puede estar lleno de serpientes si te has despistado en algún punto durante tu embarazo y te has quedado dormida cerca de un nido de serpientes. No te eches la culpa: no darte cuenta de dónde moran las serpientes no te convierte en una mala madre, es algo que puede pasarle a cualquiera.

Pero lo más normal es que las serpientes se metan en la boca (o a veces narinas) de tu hijo cuando no está prestando atención. A veces también puede pasar que le pierdas la vista a tu hijo por un momento y, antes de que te dés cuenta, se están metiendo una serpiente viva entera por la boca. De nuevo, esto es algo natural, y si mantienes la calma y haces lo correcto, no hay nada que temer.

Hay varias formas de detectar posibles serpientes abdominales. En los hospitales tienen un detector especial formado por un disco magnético colocado en el extremo de un palo con dibujos de distintos tipos de serpiente. El doctor va girando el disco con los distintos tipos y acercándolo al niño, de modo que el aparato suena cuando se detecta la serpiente indicada. Algunos piensan que este método es acientífico, pero la respuesta habitual de los médicos es “pues yo no veo su título de médico por ninguna parte” y ya la gente se calla.

Ninguna de las serpientes indicadas en el detector es venenosa, ya que albergar uno de estos reptiles suele causar la muerte súbita y ya da un poco igual detectarlo. La buena noticia es que puedes pasar al niño por el horno sin demasiados problemas morales, pero eso lo veremos más adelante. Por ahora sigamos hablando de los métodos de detección, que es a lo que hemos venido.

Este método de detección más sofisticado suele emplearse casi exclusivamente en recién nacidos o casos graves, en la mayoría de casos se aplican métodos de caseros como quedarse escuchando el vientre del niño a ver si se puede detectar algún tipo de siseo. Aunque esto puede dar “falsos positivos” si lo que se le ha metido es un ganso, cosa que es en realidad benigna ya que el ánade se disuelve sola, al contrario que las serpientes que permanecen durante siete años en el tracto digestivo (más aún si eclosionan sus huevos), causando problemas digestivos.

Otro indicador de su presencia son las mudas de serpiente en las heces del pequeño, que pueden registrarse en caso de que haya sospechas. Téngase en cuenta que la muda no tiene por qué salir entera, ya que a veces se disuelve parcialmente.

Finalmente, si el niño es de cierta edad, podemos preguntarle directamente si alguna serpiente le ha saltado a la cara últimamente.

En otros tiempos, lo habitual cuando uno se encontraba con que el hijo de una estaba lleno de serpientes era santiguarse, hacerle la señal de la cruz con agua bendita, mandarlo al panadero a que lo metiera en el horno para desinfectarlo y nada, volver a intentarlo, que ese niño ha salido mal y no estaba para ser. Hoy en día esos métodos se consideran exagerados e incluso inhumanos, pero sigue habiendo mucha gente que cree que esa es la única forma de tratar el problema de forma higiénica, y que menos que eso es arriesgar maldecir a toda la aldea, que los campos queden yermos y toda la pesca.

Lo habitual a día de hoy es contratar a un especialista (un pescador) para que extraiga las serpiente con un desatascador chiquitito y les corte la cabeza antes de que se escapen. Es importante agenciarse con alguien que o bien tenga experiencia previa en este campo (lo que es relativamente raro) o esté habituado a pescar otros bichos escurridizos con sus propias manos, como lampreas, morenas o, preferiblemente, sierpes marinas. El procedimiento es bastante complicado, si no se hace bien, la serpiente puede escaparse, darse la vuelta y volverse al tracto digestivo o cosas aún peores, así que hay que asegurarse de cortarle la cabeza en el mismo movimiento con el que se saca.

En el (desaconsejable) caso de que no se quiera acudir a un profesional, lo mejor es practicar tratando de sacar una manguera de un tubo de PVC antes de intentarlo con el niño de verdad. Lo importante es que sacar la serpiente y cortarle la cabeza se realice todo en un único movimiento fluido; las serpientes son más rápidas que parecen, y si se vuelve a meter dentro se vuelve más complicado sacarla porque aprenden de unas veces para las otras.

Y eso es todo lo que tienes que saber acerca de las posibilidades de que tus hijos estén llenos de serpientes y cómo actuar en consecuencia. Recuerda: ninguna IA ha escrito este artículo ni creemos que nunca sea capaz. Si quieres más contenido sobre humanos llenos de cosas escrito por genuinos humanos, no dudes en dejarnos hatemail en los comentarios de la entrada, nuestro correo o nuestra cuenta de Twitter. Y pásate por nuestro Discord o suscríbete a nuestra newsletter o yo qué sé, aquí hay más enlaces que serpientes en la barriga de un niño. ¡Hasta la próxima!

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